jueves, julio 07, 2011

LA OLA QUE SE NOS VIENE

Para todo gobierno no es un buen signo que la oposición se gane las calles, en el grueso de la ciudadanía se instala la idea que el gobierno no tiene la capacidad de gobernar y además las consignas y demandas encuentran eco entre los ciudadanos.

En nuestro país donde los medios de comunicación escrito son controlados por dos grandes cadenas, donde la situación de las radioemisoras no difiere mucho y donde los canales de televisión actúan de manera homogénea, para el común de los ciudadanos no es fácil formarse una opinión más allá de lo que los medios le entregan de manera envasada o bien pensar que nuestra realidad es aquella expresada en los medios; ya que la misma noticia es titular en un diario, comentada en las radios y  la televisión le agrega imágenes. La consecuencia de esto es que aquello que no aparece en los medios simplemente no existe, por  lo tanto cada uno de nosotros estamos atrapados en una realidad construida por los medios y que es una realidad  altamente restringida, por no decir perversamente establecida.
Las diversas consignas que se agitan  en las calles habría que situarlas desde  la perspectiva de la Ontología del Lenguaje, pues al ser escuchadas, por los ciudadanos mal informados, le presentan una realidad aparentemente desconocida, pero que si habitaba en lo que llamaremos su sentido común, es decir son frases que adquieren significancia por las vivencias cotidianas de cada sujeto. Esas consignas logran interpretar sus reflexiones, sus molestias y aspiraciones.
No cabe duda que La Polar traspaso los límites de lo aceptable en el mundo de los retail, pero para el ciudadano común que sufría esta verdadera persecución de nunca acabar, algo andaba mal o se hacía algo que no correspondía, cuando estalla la bomba La Polar, este ciudadanos anónimo se da cuenta que no sólo él es el afectado sino que son cuatrocientos mil chilenos en esa situación.

Algo semejante ocurre con los estudiantes de educación media y universitaria, hoy ellos tienen claro que el problema no es de un puñado de jóvenes, se dan cuenta que el problema es de todo un sistema cuyos efectos son de diversa magnitud, según la escala social en la que se está, lo cual refleja lo discriminatorio de la sociedad chilena. En efecto, las autoridades políticas de gobierno y oposición aun no dan cuenta, o no quieren dar cuenta,  que la educación es el espejo social de nuestro país. Si tenemos un sistema educacional que discrimina y segrega, es porque, al menos, en los últimos treinta años hemos construido una sociedad  discriminatoria y segregadora y como toda sociedad es construida a partir del conflicto de intereses, alguien ve satisfechas sus aspiraciones  y otros simplemente no la ven.
Dicho lo anterior, la irrupción de los temas que afectan en la calle también tiene una lectura política, los problemas de las personas, de los ciudadanos, no tiene eco ni en el gobierno ni en la oposición y esto sí es un verdadero problema y tal vez es lo ola que se nos puede venir.

En este año la primera marcha significativa fue en favor de una Patagonia Sin Represas, después se sumo la marcha por la diversidad sexual y una Ley a favor de la Unión Civil, luego se produjeron la primera marcha convocada por los alumnos secundarios y universitarios, y en su segunda convocatoria se unieron alcaldes, rectores, etc. Cada una cada vez más masiva. ¿Qué sucedería si los esquirlados por La Polar deciden hacer una marcha contra esta empresa y contra todos los organismos que no cuidaron los intereses de los ciudadanos?
En todas estas marchas había un actor que extrañaba por su relevancia y peso histórico, me refiero a los trabajadores,  y por favor, no me refiero a  la CUT, y esa señal llego, los trabajadores de la gran minería del cobre anuncian un paro para el 11 de Julio contra la eventual privatización de CODELCO que según ellos, soterradamente, está en marcha.

Si en unos meses más los estudiantes, los estafados por el Retail, los ambientalistas, los de la diversidad sexual y los trabajadores deciden marchar juntos por las calles, con sus demandas y reivindicaciones, no cabe duda que se le sumaran otros actores, tal vez más pequeños, pero que sienten que sus peticiones pueden ser parte de una plataforma mayor, si algo de esto sucede, entonces,  estaremos frente a un problema de envergadura, el de la ingobernabilidad.
Nuestro pueblo, tiene experiencia y aprendizaje en estas arenas, con otros rostros, con otros nombres, se enfrentaron al Dictador y tuvieron la capacidad de realizar grandes convocatorias y movilizaciones. La Concertación tuvo la capacidad de expresar políticamente las demandas de democracia para Chile, pero hoy, las demandas por un Chile más democrático, más justo, con mejor distribución de la riqueza, con educación de calidad para todos, con aceptación y respeto por la diversidad étnica, cultural y sexual, con protección de nuestro medio ambiente, etc. No tienen expresión en la institucionalidad política (específicamente en los partidos políticos), pues muchas de las leyes ilegitimas que nos gobiernan son fruto de los acuerdos de la Alianza y la Concertación, hechas, aprobadas y no informadas adecuadamente a nosotros, los ciudadanos. Entonces ¿Por qué confiar en los que no son confiables? Este es el mayor problema que provocan  las demandas sociales y éticas que hoy se levantan, estas necesariamente e irremediablemente requieren de una canalización  política y ese camino, al menos hoy no está claro.

2 comentarios:

Juan Klöckner dijo...

Estimado Omar, tus reflexiones son mis reflexiones de hace unos dos meses atrás.
Planteas muy bien la secuencia pasado y presente.
Sin emabrgo, no te adentras o no especulas con el futuro; y para ello hay material suficiente: las marchas y las últimas encuestas de opinión sobre la clase política. (claro, el día que escribiste este artículo, no se conocía la encuesta). Pero el tema era deducible, cuando los que marchan por las calles, no van acompañados de los partidos políticos. Nuestro futuro puede ser adverso para las coaliciones. Ninguna ha respondido a los problemas latentes, la inequidad en la distribución del ingreso. Los ricos serán más ricos, los pobres serán más pobres y la clase media estará cada vez más empobrecida. No podemos perder lo que se ha ganado y que ocurra lo que sucede en países que siendo económicamente fuertes, se han debilitado, teniendo mucha inflación, o teniendo problemas que afectan a la sociedad. Lo que debemos tener claro es que hay que corregir aquello que no está bien, aquello que atenta contra el desarrollo humano, aquello que atenta contra el medio ambiente, aquello que atenta contra el desarrollo de las instituciones públicas y privadas. Todo aquello que es desmedido y que las leyes permiten que se produzcan injusticias y aprovechamientos. Los futuros representantes de la clase política, deberán tener presente esto y no afanes de revanchismo. Sólo corregir aquello que no se ha corregido, ya sea porque se ha pecado de omisión, de protección o de interés personal o corporativo.

Anónimo dijo...

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