Si Ariadna no hubiese tenido
la precaución de atar un hilo firme y consistente, lo más probable es que junto
a Teseo, todavía estarían divagando por el laberinto, en una búsqueda sin
retorno y con toda seguridad a merced del Minotauro.
No cabe duda que los partidos
políticos de nuestro país, son la antítesis de Ariadna. Han perdido el hilo
conductor y hoy sólo divagan en sus cuatro paredes, sin siquiera atinar, a
trazar una raya en los muros; esto les permitiría a lo menos, darse cuenta que
vuelven de manera reiterada, a su propio camino sin destino.
Sin embargo, están en la
cúspide del Olimpo y para nada les interesa el destino de quienes los pusieron
en esa privilegiada situación.
Hoy el 11 % confía en los
partidos políticos y un porcentaje semejante confía en el parlamento. Pero esta
desconfianza generalizada para nada los hace enmendar el rumbo.
Si la soberanía popular radica
en el pueblo, sin duda, hoy, esta soberanía ha sido usurpada y hoy esta cautiva
en los escritorios de algunos dirigentes, de cada uno de los partidos
políticos. La decisión de la presidenta de que todos los partidos realicen un refichaje, no es
sinónimo de la democratización al interior de ellos.
Si la soberanía es quien
delega su poder mediante un régimen democrático, comprobamos que esa
afirmación, hoy en nuestro país, es un eufemismo. ¿Cómo llegamos a perder la
soberanía? La respuesta es simple, pero de consecuencias profundas.
La soberanía se perdió porque
nuestros legisladores, legislaron leyes para ellos mismos que protegieran su
poder alcanzado en detrimento de quienes se lo habían otorgado. Y estos
últimos, de soberanos, devinieron en súbditos.
Por esa razón siempre
desconfié de la iniciativa del voto voluntario, porque para esta plutocracia,
lo importante es el rito, no importa de cuantos concurran. Lo importante es lo
legal, no la legitimidad del acto.
Un parlamento desacreditado,
donde cerca del 90% de los chilenos no cree en ellos, un parlamento donde casi
el 70% de los allí presentes, recibieron fondos fraudulentos para su
reelección, en otras palabras un parlamento corrupto, ¿Puede garantizarnos que
se transformaran en un poder constituyente, ecuánime, que defenderá los
intereses de la nación y de las grandes mayorías? La respuesta es una sola NO.
Pero volvamos al Minotauro,
que en esta historia no ha muerto, que Perseo esta embriagado de vanidad y
Ariadna se ha perdido en los grandes Mall, enloquecida por el consumo ¿Qué podemos hacer?
El próximo año y el
subsiguiente el país será convocado a nuevas elecciones. Y estos partidos,
venido a empresa de asalto al botín, volverán a proponernos los rostros de los
ya consagrados desacreditados. Pero como las falacias en este país funcionan y
la falacia “dejemos que las instituciones funcionen”, bastará con el hecho legal
de que vote el 10 % de los ciudadanos. Para esta casta, la legitimidad de sus
actos no tiene ninguna significancia. Si no me creen, respondan esta pregunta
¿Por qué una mente brillante propone que el ex ministro Peñailillo, ocupe el
cargo de Diputado dejado por el ahora ministro Insulsa? Después, algunos se
dieron cuenta del error involuntario y rápidamente se les ocurrió otros
mecanismos más democráticos.
En las próximas elecciones
respecto a los candidatos y respecto a los supuestos proyectos políticos nada
cambiará, la ciudadanía se enfrentará a la misma oferta, tal vez envuelta en
otros colores, pero nada será distinto y la respuesta, frente al mismo mal
chiste repetido, será la abstención.
Porque hoy, quienes detentan
el poder no están dispuestos a ceder un ápice de él, por lo tanto el conflicto en chile, no es sólo de crisis
ética en la política, de falta de representatividad, es un conflicto de lucha
política, es una lucha por el poder.
Es una lucha política que
busca recuperar el poder constituyente en los ciudadanos, arrebatándose los a
los mandatados.
La recuperación del poder
constituyente de los ciudadanos no es sinónimo de levantamientos populares como
los ocurridos en Inglaterra en el año 1380 u otros análogos. Es recuperar el
hilo de Ariadna, es decir de la sensatez, de la cordura, de los equilibrios
pertinentes entre las mayorías y las minorías, rompiendo con la idea,
hegemónica, que un tercio es igual al
cincuenta por ciento. Es recuperar el sentido y propósito de las instituciones,
las cuales en su gran mayoría, han sido pervertidas y hay que recuperarlas de
esa perversión.
Esta lucha política hay que
darla con nuevos instrumentos políticos, con nuevos partidos políticos, con
ciudadanos que salgan a la cancha a jugarse su opción contra el orden
establecido por los partidos corruptos y decadentes.
Las próximas elecciones son la
oportunidad para levantar otras opciones políticas que alteren el actual
derrotero. Es la oportunidad de proponer cosas de sentido común. Es la oportunidad
de acabar con el Minotauro, sólo así, estimo, los ciudadanos volverán a las
urnas, para constituir actos democráticos legales y legítimos.
Omar Williams López
A mediados del mes V, a quince
años de iniciado el siglo XXI, en el lugar de descanso.
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